Hans Hatch

Por frustración, hoy no pude completar mi artículo

Me propuse hacer artículos basados en la investigación, en la consulta -cuando me sea posible o adecuado y con la ayuda de mi gente- de los temas que considero importantes. En nuestro medio, como agencias de publicidad -desconozco si en otros gremios se da el fenómeno a tal escala-, es una constante la tremenda rotación de personal que tenemos -con el alto costo que ello conlleva, no sólo económico sino laboral- y quise adentrarme en el pensamiento u opinión de algunos jóvenes preguntándoles sobre cual sería su actitud cuando hubieren o fueren a renunciar a su trabajo para tratar de sacar conclusiones y redactar la columna. Les confieso que en este caso en particular, me he llevado una sorpresa aparejada de frustración.

Yo esperaba armar un artículo con el apoyo de las entrevistas y mi experiencia, basado en sugerencias de cómo renunciar a un empleo con categoría, profesionalmente, para dejar puertas abiertas y un buen antecedente de trabajo; pero no tuve sustento ante este tipo de respuestas que sintetizo:

“Yo no tuve ninguna consideración, simplemente deje de presentarme; no tengo ningún compromiso con la empresa que dejé”
“Pues yo se las voy a aplicar a lo gandalla, para que otro día me valoren”
“Todos son unos explotadores, no te pagan lo que vales. Yo no tengo remordimientos al renunciar. Simplemente me voy y ya.”
“Si bien les va, les doy unos días para que busquen y si no, pues ni modo, chiao”
“Me atacó el pesimismo y la desidia. Renuncie a mi último empleo no por mejorar salario ni oportunidades, sino porque sentí que ya no había espacio para mi en ese lugar”

De 20 consultas, 14 (70%) fueron más o menos en estos términos. Insisto que un sondeo no genera estadística confiable y aunque conozco las tendencias del problema me alarma la dureza de las respuestas.

Como diría el famoso comediante ¿Qué nos pasa?

¿Dónde se ha roto el círculo del arraigo, del sentido de pertenencia por la empresa donde trabajamos? ¿Hay falta de pasión por el trabajo? ¿Qué estamos haciendo mal los empleadores? ¿Somos culpables de este desapego? ¿Son los usos y costumbres de las nuevas generaciones (Millenials: una generación absurda)? ¿Debemos adaptarnos a estas actitudes al costo que sea? ¿Podemos trabajar para revertir esta tendencia? ¿Todo se resume a cuestiones de dinero/salarios? ¿No importan la apertura y libertad para el trabajo, la generación de un buen ambiente, las oportunidades de desarrollo que se dan? ¿Será el estrés que genera nuestra propia profesión? ¿Quién o quienes están o estamos mal? ¿No se puede generalizar? ¿La respuesta/solución queda en el aire?

Seguiré trabajando con jóvenes -son nuestro activo más importante en PW Agency- asumiendo los riesgos de la rotación y tratando de cambiar actitudes aquí dentro y cada vez que tenga oportunidad, al impartir conferencias en las universidades.

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Hans Hatch Dorantes
CEO de hatch co marketing agency, con 20 años de experiencia profesional, se ha convertido en uno de los influenciadores en temas de marketing digital más importantes en Latinoamérica. Es consultor de negocios, tecnologías digitales y redes sociales; asesora y trabaja en las áreas de comunicación integral para varias de las marcas más importantes de México. Catedrático en las universidades Tec de Monterrey, ITAM y Anáhuac.

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